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«El Cuau y sus demonios» la columna del diputado Paco Santillán

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Por: Paco Santillán

Twitter: @pacosantillan

Quienes vivimos la elección de 2015 entendemos bien que pasó en la elección de Cuernavaca. Para quienes fuimos candidatos, el fenómeno Cuauhtémoc Blanco fue el reflejo de nuestros propios errores, acrecentado con una campaña paralela –y sin precedentes por su agresividad- de desprestigio hacia quienes éramos candidatos de la coalición. Muchos de nosotros sabíamos por diversas voces del famoso contrato al ídolo, muchos escuchábamos del pago de una importante cantidad de dinero para aceptar ser candidato del PSD, muchos, al fiel estilo de quienes conocemos Cuernavaca, escuchábamos historias urbanas que en el fondo parecían lógicas, porque de lo contrario, bajo qué razón uno de nuestros máximos ídolos del fútbol vendría a una ciudad que no conocía y hacia la que no le unía nada para tratar de gobernarla. (Dato curioso: un famoso futbolista, además, me comentó: “Inexplicable que sea Cuauhtémoc… Si me dices Rafa Márquez o Hugo Sánchez te la creo, pero ¡Cuauhtémoc!)

Como sea, el caso es que Cuauhtémoc ganó en una clara movilización social para castigar a una clase política que no ha sabido sacar adelante a Cuernavaca (y lo digo en son de autocrítica porque sigo pensando que la candidata del PRI era una extraordinaria opción para retomar un rumbo que mi ciudad perdió hace tiempo). Cuauhtémoc ganó porque supo representar el voto de castigo a los políticos y porque nunca cayó en la red de campañas negras en las que caímos los candidatos de la coalición y el PRD. Más una que otra alianza.

Durante meses, la figura de Cuauhtémoc representó la del “ídolo-alcalde”. Recuerdo que quienes hoy lo atacan en cadena nacional lo llamaban el mejor Alcalde de la historia (con sólo 30 días de mandato) y las directrices del ayuntamiento eran incuestionables porque todo se defendía a la luz de “déjenlo gobernar… él quiere hacer las cosas bien”. Yo fui víctima de intensos troleos y difamaciones por atreverme a cuestionar su pavimentación, la soberbia de su equipo, el desconocimiento de Cuernavaca, la falta de diálogo, etc. Quienes hoy lo señalan y delatan en televisión nacional eran los protagonistas de una historia donde sentían que el fin último, y destinado, era la gubernatura de Morelos.

 ¿Dónde estamos hoy? A la luz de lo ocurrido en días recientes, Cuauhtémoc ha demostrado que su lucha por rescatar Cuernavaca fue un acuerdo mercantil y un experimento para examinar el papel de la popularidad no política en la política. Queda a la luz que el personaje natural, oriundo del pueblo, deseaba “salvar Cuernavaca” con una fuerte cantidad de dinero respaldando su noble encomienda. Bajo el mismo halo de luz, el PSD está en un serio problema porque la misma militancia reconoció públicamente rebasar los topes de campaña (casi el doble) permitidos para una elección. Los delitos electorales cometidos se pusieron de manifiesto en una cruenta guerra de intereses que se dieron a conocer (aunque insisto, muchos sabíamos) cuando el negocio se les retiró. A esto hay que añadir la participación de algún personaje del Ayuntamiento anterior que otorgó, sin más, constancia de residencia y que hoy son investigadas ante la FEPADE.

Para desgracia de Cuernavaca esto no ha terminado. Queda mucha historia por atestiguar y es triste ver como una ciudad que necesita tanto de todos se hunde en el escándalo y en la desilusión, motivada por un grupo de jóvenes ocurrentes que pensaron que todo es válido para ganar… motivada por la ambición de un personaje que no entendía lo que es gobernar y que entiende la vida en función del dinero y la fama…  alcahueteada por personajes del gobierno que prefieren quemar la tierra antes que entregarla al adversario… motivada por una clase política que no supo (o supimos) transmitir al ciudadano que gobernar no sólo requiere corazón, se necesita cabeza, sensatez, equilibrio, diálogo, prudencia y conocimiento… y en medio de tantas dudas, queda lo único que importa: Cuernavaca.

Vivimos tiempos de crisis. Momentos muy serios donde se requiere el esfuerzo de todos para sacar adelante a esta ciudad que tanto amamos y que Cuernavaca resurja.

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