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Escándalo sobre la boda Peña-Rivera divulgado por Aristegui y Proceso

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TODA LA INFORMACIÓN PERTENECE A ARISTEGUI NOTICIAS Y PROCESO:

Una compleja maquinación eclesiástica y política, protagonizada por la Arquidiócesis de México y el gobierno del Estado de México, se urdió detrás de la historia rosa y pública del enlace religioso entre Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera para anular en el 2009 la boda entre la actriz de Televisa y el productor de telenovelas, José Alberto El Güero Castro, realizada cinco años atrás en la Iglesia de Fátima, en la colonia Roma.

En esta trama, el cardenal Norberto Rivera decidió castigar al sacerdote José Luis Salinas Aranda, enjuiciado por el Tribunal Eclesiástico de la Arquidiócesis de México por haber “simulado” un enlace matrimonial entre Rivera y Castro en una playa de Acapulco, ignorando la validez de la boda auténtica, efectuada en la Ciudad de México, tal como consta en el acta original del 2 de diciembre de 2004.

La Rota Romana, máximo tribunal eclesiástico con sede en El Vaticano, revirtió desde el 20 de noviembre de 2012 el juicio en contra del cura Salinas Aranda considerando que fue víctima de un “craso simulacro de justicia”, según consta en el documento original y en las dos traducciones del latín al español a las que tuvieron acceso Proceso y Aristegui Noticias.

 

El ponente de la resolución de la Rota Romana, monseñor Gerardo Mc Kay y los otros dos integrantes del tribunal, consideraron que el juicio contra el sacerdote fue “construido confusamente” porque el acusado nunca fue citado judicialmente por el Tribunal de la Arquidiócesis, nunca fue nombrado un abogado para su defensa y no se comprobó que el sacerdote hubiera intervenido como ministro de una boda falsa entre Rivera y Castro.

La condena contra el padre Salinas Aranda nunca fue enmendada por el Tribunal de la Arquidiócesis de México ni el cardenal Norberto Rivera lo restituyó en su ministerio. El cura falleció el 7 de octubre de 2015, después de una larga batalla contra el cáncer y contra la jerarquía eclesiástica de la Ciudad de México, controlada por el cardenal Rivera.

Dos años antes de morir, Salinas Aranda guardó toda la historia documental de su caso, incluyendo una extensa carta al Papa Francisco, enviada el 5 de septiembre de 2013, para exponerle lo que calificó como “un calvario por el que fui injustamente sometido” por el cardenal Norberto Rivera, pero también por los intereses políticos y mediáticos que rodearon el noviazgo y la boda entre Angélica Rivera y Enrique Peña Nieto, perfilado desde ese momento “como el candidato más fuerte hacia la Presidencia y quien actualmente es, desde hace menos de un año, el Presidente de la República”.

Proceso y Aristegui Noticias tienen copias de toda esta historia documental que deja huellas de una trama para “cubrir las formas” entre la Iglesia y los intereses políticos, pero con un trasfondo de irregularidades que ensombrecen la boda religiosa Peña Nieto-Rivera Hurtado.

El mismo sacerdote Salinas Aranda le advirtió a Peña Nieto en una misiva enviada el 5 de noviembre de 2010, tres semanas antes de su boda en la catedral de Toluca, que existían “una gran cantidad de irregularidades canónicas” en el castigo del Tribunal de la Arquidiócesis de México en su contra y que eran “falsos” todos los delitos que le imputaban.

“Si en este tema, no lo sé, alguien le ha asesorado, quiero decirle que lo han hecho no sólo mal sino MUY mal (mayúsculas del texto original)”, le advirtió el cura al entonces gobernador del Estado de México.

“Las implicaciones que todo esto tiene son en verdad muy graves y por lo mismo muy importantes de tomarse en cuente”, remató Salinas a Peña Nieto, en vísperas de la “boda del año”, como la calificó la revista Caras de Televisa.

La Presidencia de la República declinó realizar algún comentario sobre este reportaje.

Lo que pudiera ser un caso de estricto índole privado se transformó en público porque Angélica Rivera y Enrique Peña Nieto se encargaron de ventilar en revistas de sociales, en periódicos y en entrevistas televisivas tanto su romance, como los detalles de la anulación de la boda entre Rivera y Castro. Incluso, anunciaron su enlace matrimonial en una visita al Vaticano, en noviembre de 2009, ante el papa Benedicto XVI y frente a las cámaras televisivas.

No sólo eso, la actriz contó en la revista Quién de junio de 2009 detalles de su boda con El Güero Castro e inclusive facilitó el escrito en el que el Tribunal Eclesiástico declara “NULO E INVALIDO POR DEFECTO DE FORMA CANÓNICA” el matrimonio que contrajeron José Alberto Castro Alva y Angélica Rivera Hurtado, el día 2 de diciembre de 2004, en la Iglesia de Nuestra Señora de Fátima de esta Arquidiócesis de México y el que pretendieron contraer el día 11 de diciembre de 2004 en Acapulco, Gro.

“Por tal motivo, Angélica Rivera Hurtado, queda libre canónicamente y puede por lo mismo contraer matrimonio canónico, si así lo desea, previos los trámites necesarios y oportunos que el Derecho Canónico establezca”.

Por su parte, el vocero de la Arquidiócesis de México, Hugo Valdemar, admitió que la Rota Romana declaró nula la sentencia del Tribunal Eclesiástico contra el padre Salinas Aranda, pero descartó que esta resolución tuviera alguna relación con el proceso de anulación de la boda de Angélica Rivera y El Güero Castro ni con la boda de Toluca entre la actriz y Peña Nieto.

En su carta de respuesta a Proceso y a Aristegui Noticias, Valdemar negó que la Rota Romana hablara de un “simulacro de justicia”, pero la traducción del documento claramente lo expresó así.

Esas “muchas irregularidades” no constan en la sentencia del Tribunal de la Arquidiócesis y menos en la resolución de la Rota romana que ordena revertir las dos penas que se le aplicaron al cura Salinas: la prohibición de vivir en la Ciudad de México y la prohibición para ejercer su ministerio sacerdotal.

El sacerdote de la orden teatina Ramón García López, quien ofició la ceremonia del verdadero matrimonio religioso entre Angélica Rivera y El GüeroCastro, confirmó a Proceso y a Aristegui Noticias que la boda efectuada en la Iglesia de Fátima el 2 de diciembre de 2004 “se realizó bien, todo, con El Güero Castro”.

El cura Salinas Aranda no tuvo nada que ver ni con esa boda ni con el supuesto engaño a la contrayente y a tres de sus cuatro testigos civiles (sus hermanas) quienes argumentaron ante el Tribunal Eclesiástico que firmaron un acta matrimonial, pero no “entendían que ahí se estuviera celebrando un matrimonio, el cual efectivamente se celebró el 11 de diciembre del mismo año”.

El mismo José Alberto Castro escribió una carta, en octubre de 2010, a favor del padre Salinas Aranda en la que aclara que tanto él como Angélica Rivera estaban de acuerdo en lo que sucedió y no fueron manipulados por el sacerdote.

“En todo momento fuimos conscientes de que el acto sacramental se realizaba allí (en la Iglesia de Fátima de la Ciudad de México), como queda constancia en el acta matrimonial recibida, con las firmas de los contrayentes y del sacerdote (Ramón García López), así como de los testigos que nos acompañaron”, redactó Castro.

Otra serie de cartas e intercambios epistolares entre el sacerdote jesuita Enrique González Torres, exrector de la Universidad Iberoamericana, y el exnuncio apostólico en México, Giusepe Bertello, así como entre el padre Salinas Aranda y los responsables en El Vaticano de la Signatura Apostólica y el prefecto de la Sagrada Congregación para el Clero confirman que hubo sorpresa e indignación frente a la forma de actuar del cardenal Norberto Rivera para condescender con los intereses políticos en juego.

“Es muy triste que por condescender a una señora que pretende casarse por la iglesia con el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, se haga toda esta injusticia”, sentenció González Torres.

“La anulación del matrimonio de la señora Angélica Rivera fue hecha a todo vapor, rápidamente y llena de irregularidades. Esta noticia salió en todos los periódicos y no es remoto que se venga un gran escándalo que quizás podamos detener”, le advirtió González Torres a Bertello.

En su carta al Papa Francisco, Salinas Aranda le transmitió al pontífice católico lo que el nuncio apostólico, Monseñor Christophe Pierre, le comentó sobre su caso:

“Si esto es así, se trata de una verdadera infamia en su contra y lo que no van a perdonar es el que usted no se haya muerto”.

Se desconoce si hubo respuesta del Papa Francisco a la carta del sacerdote Salinas Aranda.

En vísperas de su visita a México el caso vuelve a colocar a la Iglesia católica en el centro de una trama de poder y simulacros de justicia.

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