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Guardia Nacional; Seguridad no equivale a paz Por Rafael Idáquez

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Yes que ya entró la Guardia Nacional y el secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval señaló que esta GN será fundamental para pacificar y transformar el país.

Eso está claro; lo que no queda claro es a qué le llaman pacificar y cuál es el concepto que el Gobierno Federal tiene como paz, pero, sobre todo, la percepción que tienen del respeto a los derechos humanos.

¿Seguirá el Gobierno Federal desestimando las observaciones que en esa materia emiten los organismos nacionales e internacionales de derechos humanos? Efectivamente, la paz se construye, pero bien lo dijo Eleanor Roosvelt, principal impulsora de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “no basta con hablar de paz; uno debe creer en ella. Y no es suficiente con creer; hay que trabajar para conseguirla”.

La implementación de una nueva estrategia de seguridad, que en decencia es una reorganización de las funciones de las fuerzas militares y la federalización de la seguridad, demanda que sus actuaciones sean respaldadas por la confianza de la ciudadanía y esto tendrán que lograrlo asumiendo las consecuencias de sus actos.

Asumir las consecuencias de sus actos implica reconocer y aceptar las violaciones a derechos humanos que en el combate a la delincuencia se lleguen a presentar por acción u omisión de cualquier elemento del Estado. Esto incluye al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien recientemente calificó como “una vergüenza” la recomendación de la CNDH sobre las estancias infantiles, misma que dijo, no aceptó su gobierno.

No aceptar una recomendación de un organismo de derechos humanos constitucionalmente reconocido, es desatender la Constitución que en su artículo 1ro señala que todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de respetar, proteger, promover y garantizar los derechos humanos. Sí, esa misma constitución que juró cumplir y hacer cumplir durante su toma de protesta como presidente de México; sí, justo antes de decir que “si no lo hiciere, que la nación me lo demande”.

Por su parte la ciudadanía tendrá que, no sólo conocer sus derechos, sino reconocer sus obligaciones. Suena difícil que una sociedad formada en una cultura ausente de figuras de autoridad social, que rompe las leyes y corrompe voluntades para subsistir, llegue a respetar a sus policías y otras autoridades.

Sin embargo, tendremos que entender por la razón o por infracción. Las autodefensas, los linchamientos, la migración; todos estos fenómenos sociales son los síntomas inequívocos de una sociedad huérfana de autoridades y en un profundo estado de descomposición.

Observamos personas quebrando la ley a diario; estudiantes robando, violando y asesinando; sacerdotes pederastas, asesinos y ladrones; comerciantes establecidos que estafan que fayuquean; y también nos vemos comprando esa fayuca, comprando servicios sexuales de dudoso ejercicio, comprando la drogas que se trafica, dando mordida.

Nos tenemos que dar cuenta y aceptar el hecho de que la delincuencia qué hay que enfrentar está entre nosotros y que tenemos que cambiar de hábitos, empezar por respetar la ley, acatar indicaciones de las autoridades, cumplir con lo que nos toca.

Y también exigir el buen funcionamiento de las instituciones, observar sus actuaciones, participar en la conversación y en la toma de decisiones, hacernos escuchar. De lo que estoy hablando es que no podemos ejercer algo que desconocemos, ni defender algo que ignoramos.

Debemos conocer nuestros derechos sin olvidar que todo derecho tiene una obligación y que ese, el binomio derecho-obligación, es indisoluble y nos compete a todos, culpables, inocentes, altos, bajos, blancos, negros, azules, amarillos, rojos y naranjas. Así se construye la paz, haciendo cada quien lo que le toca; estar informados es fundamental. Ni más, ni menos.

P.D. Reconocer la paz como un derecho humano en nuestra constitución sería un paso importante para esa transformación y pacificación de la que tanto habla el Gobierno Federal. De esta manera se hace exigible, tanto para su cumplimiento por parte del Estado, como para la ciudadanía.

¿Sabían que en nuestra constitución no hay un artículo que la defina? Se le entiende solo como ausencia de conflictos armados con otras naciones o al interior. De ello más texto en otra ocasión.

Por Rafael Idáquez

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