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Contrapunto. El Coronavirus, bicho que saca lo peor de nosotros…

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POR CARLOS CALTENCO

Tendemos a llamar a los virus “bichos”. Pero en realidad los virus se semejan más a máquinas pre programadas que a un ser vivo como tal. Los virus no nacen, no se alimentan, no crecen, no se reproducen y finalmente mueren como lo hace un ser vivo, los virus simplemente se replican. Por eso la ciencia los ubica en esa delgada, pero a la vez abundante frontera entre los seres vivos y los inanimados.

Los virus son máquinas constituidas por proteínas que los transportan como cápsulas y facilitan la replicación de los azúcares y fosfatos que contiene su RNA, es decir, su información genética. Se replican, no se reproducen por sí solos, sino que requieren invadir una célula viva para que ésta replique la información genética que portan y forme nuevos virus idénticos, aunque en algunos casos, por azar, mutan o cambian su información. Esto último fue lo que pasó con el Coronavirus COVID-19 que, de ser un virus que afectaba sólo a mamíferos pequeños, mutó para afectar al ser humano. Lo realmente sorprendente es, cómo éste nuevo virus está afectando tanto nuestra vida que está logrando mostrar lo más nefasto de la humanidad.

Veamos la siguiente escena: en febrero compras de pánico en los Estados Unidos, miles de norteamericanos agotando los inventarios de… ¡papel sanitario! No se agotaron los alimentos enlatados, ni el jabón o desinfectante recomendado por las autoridades sanitarias. Se agotó el papel sanitario. Reflejo fiel de una cultura decadente, casi casi escatológica. 15 de marzo, un mes después. Las colas que antes se daban en los supermercados ahora se dan en las tiendas de armamento. El estadounidense común siente ahora más miedo de su vecino que del Coronavirus, fiel reflejo de su cultura individualista, donde se está dispuesto a defender a tiros la enorme reserva de… papel sanitario. La caricatura, Holanda. Las largas colas no son en los supermercados, sino en las tiendas que venden la mariguana. Antes muerto que mal viajado. Y como dicen en mi pueblo, en México no vendemos piñas. En lugar de unirnos y atender las recomendaciones de las autoridades, las cuestionamos con nuestros títulos de posgrado en epidemiología que nos respaldan al graduarnos en Twitter y Facebook. Aunque la realidad demuestra que el gobierno federal está administrando adecuadamente el impacto de la enfermedad, algunos comunicadores incluso han matado virtualmente a las personas que han adquirido la enfermedad que provoca el Coronavirus.

Pongamos, por ejemplo, la capacidad de reacción. El Gobierno Mexicano ya tomó la decisión de generar durante un mes el distanciamiento social, cerrando escuelas e instituciones públicas a partir del 23 de marzo y hasta el 20 de abril. Pero lo está haciendo cuando aún no llegamos a los 100 casos de personas afectadas. En Italia por ejemplo y yéndonos a los extremos, las medidas se tomaron hasta que se habían rebasado las 3000 personas afectadas. Pero esos comunicadores, fuertemente ligados a intereses económicos que vivían o estaban acostumbrados a vivir del presupuesto federal otorgado a medios de comunicación, no se preocupan realmente por contribuir como medios que son, a reducir el impacto de la pandemia, sino que, como ya demostraron, se frotan las manos para culpar, sobredimensionar, alarmar y exagerar los efectos de la pandemia para afectar al gobierno actual, al grado de matar al primer caso de muerte por coronavirus, aunque después hayan tenido que revivirlo.

Por un lado, que bueno que este fenómeno haya pasado antes en otras partes del mundo. Esto nos da la inmejorable oportunidad de aprender de los errores y aciertos de otras naciones en el manejo de la enfermedad. Por eso es necesario que saquemos lo mejor de nosotros los mexicanos. Por ejemplo, la Ciudad de México es la entidad con más casos en el país y Morelos no tiene un solo caso. El sentido común indica que, si algún residente de entre estas dos entidades no tiene nada que hacer viajando a la otra, se abstenga de hacerlo. El paro en las escuelas e instituciones no es para vacacionar, sino para evitar contagios, para minimizar el impacto. La pandemia nos está poniendo a prueba, pero con unidad y con sentido común saldremos adelante, no me cabe la menor duda. Por hoy es todo y nos vemos hasta el siguiente contrapunto. Mientras… ¡Déjense ahí!

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