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Contrapunto-La impunidad, enemigo silencioso de las mujeres

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POR CARLOS CALTENCO

Nos enteramos la semana pasada del asesinato de una menor en el Municipio de Temixco. La identidad de la menor y la identidad de sus padres se mantiene hasta ahora en sigilo por tratarse de un caso en proceso de investigación. Pero lo que sí se sabe es que pertenecen a un grupo de trabajadores agrícolas indígenas migrantes originarios del Estado de Guerrero que laboran en los sembradíos y comercio de rosas en el margen de la autopista México – Acapulco, en Temixco.

La Fiscalía no pudo revelar más detalles, pero el hecho de haber calificado el crimen de la menor como feminicidio, ya da indicios de la brutalidad de su asesinato.

En los días que han transcurrido desde que los padres denunciaron la desaparición de la menor, pasando por su posterior localización, han surgido diversas versiones periodísticas en el sentido de que la menor habría sido torturada y violada. Como ya lo hemos señalado, las víctimas indígenas de feminicidio sufren una triple victimización, porque no solo pasan desapercibidas por los medios nacionales y tienen apenas cobertura de los medios locales, sino que, además, no son visibles siquiera para los movimientos feministas. Como si la lucha para erradicar la violencia de género tuviera clases y niveles. Y nos referimos a este caso particular porque al igual que en el caso de Fátima en la Cd. de México, la impunidad ronda, como fantasma tétrico a esta parte de Temixco.

No muy lejos de ahí, en la misma zona, en mayo del año pasado, fue asesinada a golpes la Profra. Nallely Vergara, igualmente su crimen fue catalogado como feminicidio. Un año antes en febrero de 2018, en los mismos sembradíos fue localizado el cuerpo de una mujer joven asesinada a golpes en un canal de riego. Lo que llama la atención en los tres casos es el nivel de violencia mostrada por él o los feminicidas, las tres víctimas, todas mujeres, todas en la misma zona de los sembradíos de rosas, fueron asesinadas a golpes.

No hay avances en los dos primeros casos o al menos no han sido reportados estos, ni se sabe si hay detenidos por los mismos.

De acuerdo a las estadísticas del Observatorio Nacional Ciudadano la impunidad es el principal problema a resolver. Y tiene mucho sentido. Si los crímenes de odio cometidos contra las mujeres no son castigados o lo son en una muy baja proporción (Menos del 10% de los casos son llevados captura y sentencia del responsable), entonces la impunidad con la que ocurren se convierte en una invitación a cometerlos.

La impunidad misma alienta a los feminicidas a actuar, tal y como lo han estudiado los especialistas, un feminicida impune seguramente va a volver a matar y muy probablemente aumente la saña y la violencia con que lo haga.

El problema tiene entonces dos aristas, uno cultural, multifactorial en donde la estructura de poder patriarcal es lo que lo vertebra y para ello, se está proponiendo nada. Una buena medida tendría que ver con modificar el modelo educativo nacional a fin de erradicar los roles de género en la educación, uno de los cimientos de la sociedad patriarcal. Este eje del problema implica una transformación social de largo plazo. Pero en el corto plazo, se requiere combatir primero que nada la impunidad.

Investigar con rigor científico, con apoyo de la psicología criminal, con la creación de unidades especializadas en la investigación de crímenes feminicidas para que la ley y el castigo se apliquen y los feminicidas sean impedidos de actuar contra las mujeres y la sociedad. De otra manera, de nada sirve ampliar las penas ni modificar las leyes, si al final sigue prevaleciendo la falta de justicia.

La lucha para erradicar la violencia de género es pues una lucha de toda la sociedad, no solo de las mujeres y la sociedad debe comenzar por la denuncia. Denunciar los casos que son invisibilizados por la misoginia y clasismo de los medios. Denunciar a las autoridades omisas en la investigación y aplicación de la justicia. Denunciar las actitudes y conductas que promueven las conductas de agresión y violencia a la mujer. Denunciar a jueces que por misoginia o por dinero liberan a feminicidas.

En el marco de la legítima lucha de las mujeres que se conmemora el día 8 de marzo y del Paro Nacional de Mujeres del 9 de marzo, que nuestras acciones se conviertan en una jornada permanente de denuncia de la violencia de género y los crímenes feminicidas.

Por hoy es todo y nos vemos hasta el siguiente contrapunto. Mientras… ¡Déjense ahí!

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