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CUANDO LA TIERRA SE MOVIÓ, LAS MUJERES…

Imagen de: El Economista

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Por: Cielo

En México la segregación y las tareas domésticas  exclusivas para realizar por mujeres sigue siendo una constante en la población. Aún son muchas las mujeres que ven disminuidas sus posibilidades, incluyendo las de supervivencia, a causa de un fenómeno social, tan familiarizado entre todos y todas las mexicanas, el machismo.

Un estudio estadístico realizado, menciona que el 19 de septiembre murieron más mujeres que hombres debido a tres factores mezclados: la división del trabajo por género, el tipo de edificios colapsados y la hora en que ocurrió el sismo.

Del 100% de la población el 43% son hombres que tienen un trabajo remunerado, mientras que sólo el 10% de las mujeres tienen un trabajo de este tipo, lo que significa que cerca de un 50% de las mujeres se encontraba en su hogar realizando un trabajo no remunerado, es decir mujeres dedicadas a  ser “amas de casa” y que sólo el 8% del total de hombres se encontraba en casa.

La hora en que tuvo registro el terremoto también fue clave para las mujeres, ya que a las 13:14 horas del 19S, ese casi 50% de mujeres que tienen un trabajo no remunerado estaban en su hogar o en centros de concurrencia domestica (supermercados), si el sismo hubiera sido después de las 18:00 horas seguramente el número de víctimas hubiera sido mayor y más equilibrado en tanto a género.

Ahora bien, una fracción de ese 10% de mujeres con trabajo remunerado, a las 13:14 horas del día del sismo se encontraban laborando,  en inmuebles dedicados a actividades altamente feminizadas como la costura de textiles y la enseñanza de menores de edad.

El 95% de las empleadas domésticas son mujeres. Y también son ellas las que más tiempo dedican al cuidado del hogar y de los otros. Del total de horas que se destinan a estas tareas, los hombres contribuyen con un 22,8%, mientras que las mujeres el restante, un 77,2%, según datos del Instituto Nacional de Estadística.

Queda además descartada que la diferencia demográfica entre hombres y mujeres pueda explicar el alto número de fallecidas por el sismo  -apenas hay un 2,52% más de mujeres que de hombres en México.

Es propicio también destacar el papel  que tuvimos las mujeres que ayudamos en todas las labores tras el sismo del 19 de septiembre que fue observadas y aplaudidas por el mundo y también sus historias.

En el sismo de 1985 que dejó miles de muertes en Ciudad de México. Juana Huitrón, una de las mujeres más famosas entre los “topos”, como se apodó a los voluntarios mexicanos, ha dicho que entonces sufrió muestras de machismo. En el sismo del 2017 pudimos ver cómo muchas más mujeres trabajan junto a los hombres excavando entre los escombros para buscar a posibles sobrevivientes, liderando campañas para reunir comida y medicinas para los que se quedaron sin hogar y consolando a los familiares de los fallecidos.

En cuanto a la reconstrucción de las comunidades hemos sido una pieza fundamental para levantar a México, como un gran ejemplo las mujeres de la comunidad de Huejotengo, en el municipio de Ocuituco, Morelos que se han hecho cargo de la reconstrucción de sus viviendas afectadas tras los sismos de 2017. Dejando claro que las creencias de que somos el sexo débil no tienen cabida, las mujeres nos organizamos, las mujeres actuamos y aunque nos quieran invisibilizan no van a poder porque aquí estamos y queremos igualdad.

Los patrones de desigualdad, es decir, las formas y estructuras sociales, discursos y construcciones simbólicas que han configurado relaciones sociales marcadas por la pobreza, la marginación y la violencia, han tenido como un agente clave a las mujeres, como sujetos y objetos de una subordinación en los sistemas que operan las lógicas del género.

A pesar de algunos avances en materia de igualdad de género, apreciamos que esta manera de ver, percibir y actuar en el mundo aún restringe y limita los derechos de la mitad de la población en el mundo actual. Los desastres, presentes en un escenario de desigualdad general, ponen en foco las condiciones materiales y simbólicas existentes y preexistentes caracterizadas por esta brecha. Es decir, suceden y tienen efectos más amplios cuanto más desiguales son las sociedades.

Cielo

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