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Detrás de la Ciencia – Ciencia nacional vs COVID-19, frustración y esperanza 

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Dr. Iván Martínez Duncker 

 

Espero que se encuentren en casa cuidándose, reencontrándose con la familia y consigo, pero también que quienes siguen trabajando fuera de casa, lo estén haciendo en las mejores condiciones. Estamos agradecidos porque su trabajo es indispensable para que el resto podamos quedarnos en casa.  

 

En ese sentido, exijamos que las autoridades garanticen la protección de todo el personal hospitalario que está luchando contra la enfermedad COVID-19 causada por el virus SARS-CoV2Por una parte, se les debe dotar de los equipos de protección adecuados y capacitación para no infectarsepero también asegurarles las condiciones para transportarse, desde y hacia sus hogares, sin ser objeto de agresiones. Por ello, también vigilemos la transparencia y la rendición de cuentas sobre los recursos que se destinarán para enfrentar la pandemia y en general para mejorar la infraestructura del sector salud. No olvidemos la corrupción histórica que ha afectado a este sector, un favorito para el desvío de recursos y les aseguro que los corruptos no dejarán de robar ni por la pandemia, al contrario. 

 

Ahora bien, es importante anticiparnos a los retos. Eregresar a una normalidad, entendida esta por una estabilidad de las conductas sociales, no se alcanzará en menos de tres años, y no será la normalidad que dejamos atrás. Por lo pronto, durante este tiempo en que el virus permanecerá circulando y desarrollemos la tecnología para destruirlo, se mantendrán, en mayor o menor grado, las medidas de desinfección y distanciamiento social, no obstante, tendremos que adaptarnos y transformar nuestra realidad, en gran medida a través de la tecnología, para vivir y mantener la economía a flote. Quienes prevalezcan bajo estas nuevas circunstancias serán los más aptos. Los gobiernos, empresas y personas que no generen nuevas capacidades y recursos propios para controlar los efectos de esta transformación, quedarán vulnerables y sumidos en la pobreza. Estamos lidiando con una amenaza biológica global inédita, por ello es imperativo enfrentar la pandemia bajo una conducción política inteligente y estrechamente articulada a la aplicación del conocimiento científico, desde quien ocupa la Presidencia de la República hasta cada una de las presidencias municipales 

 

Hemos atestiguado la importancia de la ciencia desde los primeros días de la contingencia, particularmente desde la epidemiología, una rama de la ciencia médica que investiga las causas que determinan la presencia o ausencia de las enfermedades, y su encarnación en la figura del Dr. Hugo López Gatellprimer sex symbol científico del México moderno. En un contexto en el que carecemos de medicinas para destruir a este nuevo virus, la epidemiología nos ha permitido comprender la diseminación de la infección y cómo mitigarla. Gracias a ello, hemos podido ocultarnos del coronavirus SARS-CoV-2 con relativo éxito, una partícula invisible al ojo humano que sólo es posible ver mediante el uso de microscopios electrónicos. De hecho, el primer virus de la familia de los coronavirus fue visualizado así por la Dra. June Almeida en 1964.  

 

Hoy las circunstancias nos apremian para lograr desde la ciencia un objetivo adicional, el contraatacar y romper con la cuarentena, tan destructiva para nuestra sociedad. Para ello, tendrán que sumarse otras disciplinas científicas que nos ayudan a comprender los virus (virología), el cómo nuestro cuerpo se defiende (inmunología) y cómo se diseñan y fabrican medicamentos (biotecnología/farmacología). La pregunta es si emprenderemos esta ruta en México o dependeremos de otros paísesparticularmente después de décadas de desarticular las capacidades científicas nacionales de la atención a nuestros problemasprefiriendo comprar conocimiento e importar tecnologías. Esta política neoliberal llevó a desmantelar las capacidades que México tuvo para producir vacunas y que hoy sí nos vendrían como anillo al dedo. Confío en que podemos rectificar esta situación, sobre todo porque contamos con miles de científicos talentosos, pero ¿lo haremos? No sé, es frustrante, no abundan las señales positivas. 

 

Por una parte, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT), organismo federal que dicta las políticas nacionales en materia de ciencia, tecnología e innovación, no se ha manifestado con una visión estratégica, coordinada y enérgica para enfrentar a esta pandemia. Destaca una promesa de producir ventiladores respiratorios para atender la demanda de estos equipos y la emisión el 15 de abril, a casi 4 meses de que se dio a conocer este nuevo virus, de una convocatoria para recibir propuestas de proyectos de investigación que generen resultados en el corto plazo (6 meses) ante la contingencia de COVID-19. Tenemos que ser claros, estas iniciativas son insuficientes y desatienden el apoyo que urgentemente requieren otras investigaciones fundamentales que solo podrán entregar resultados en el mediano y largo plazo ¿Cuándo y cómo se financiarán? 

 

Solo nos queda especular sobre el porqué de estas lamentables circunstancias, probablemente sea porque el gobierno federal está rebasado y ha enfocado su esfuerzo en reparar un sistema de salud deficienteechando mano de los recursos tecnológicos disponibles y de los que se puedan ir adquiriendo del extranjero. Me preocupa que se desestime la importancia de movilizar el seso de los científicos nacionales para desarrollar plataformas tecnológicas soberanas, vinculadas a la seguridad nacionalque nos permitan generar las soluciones no sólo frente a la pandemia y riesgos virales futuros, si no en general para atender los problemas que enfrentamos como país. 

 

Miren, eProyecto Manhattan, establecido por los aliados durante la 2ª guerra mundial, conjuntó a las mejores mentedel mundo para producir las primeras armas atómicas, debido a la amenaza que representaba su producción por parte de los nazis. Hoy la amenaza viral no es menor y requerirá de un esfuerzo similar que, casi 80 años después, México podría asumir en alianza global. Sería momento de tener ya integrado un grupo de trabajo nacional, interinstitucional, multidisciplinario, inclusivo, enfocado a desarrollar coordinadamente, entre el sector público y privado, las tecnologías que se requieren para enfrentar la amenaza del SARS-CoV2 y atendiendo todos sus efectos (médicos, económicos, sociales, etc.). Pero vamos rezagados, dos pasos atrás de donde deberíamos estar, por ejemplo, el Reino Unido conformó una Fuerza de Tarea en Vacunas para “coordinar los esfuerzos del gobierno, academia e industria hacia un objetivo de acelerar el desarrollo de una vacuna contra el coronavirus”. 

 

Pero no todo es un problema del CONACyT, con cierta excepción de la Universidad Nacional Autónoma de México, lo que hemos observado es que las universidades estatales, los gobiernos estatales/municipales y las asociaciones científicas tradicionales no han asumido el liderazgo merecido para coordinar apoyar a sus comunidades científicas para generar diagnósticos y soluciones. Incluso, algunos gobiernos no atienden las iniciativas que les presentan científicos preocupados por contribuir, seguramente por una falta de cultura de vinculación y transparencia. Otra circunstancia lamentable es que la élite científica del país tampoco ha asumido un liderazgo visible, permaneciendo la mayor parte y como es costumbre viendo por sus intereses personales, sin ver por los demás y sin asegurar un futuro distinto para México, uno que no condene a los jóvenes científicos mexicanos a tener que emigrar a países donde la ciencia nacional sí es un eje neurálgico del desarrollo. 

 

Así, hoy tenemos a la mayoría de los científicos nacionales marginados de la generación de soluciones, no obstante, muchos se han movilizado por iniciativa propia y frecuentemente en alianza con la sociedad civil y la iniciativa privada, tanto para divulgar conocimiento acerca de la pandemia como para generar propuestas tecnológicas innovadoras. Estemos muy atentos a sus propuestas y apoyémoslos.  

 

En las comunidades científicas hay un denominador común de antaño que es la frustración por la falta de condiciones óptimas para desarrollar un trabajo creativo, pero también abunda la esperanza de que los gobernantes rectifiquen y hagan uso de la capacidad científica nacional. Hoy tenemos como científicos y ciudadanía que dar pie a la esperanza, sí se puede, falta que lo queramos y lo exijamos. Las circunstancias que enfrentamos nos llaman a dejar la frustración atrás y crear alternativas para poner a buen uso nuestros conocimientos, la nación lo merece y debemos cumplir. 

 

 

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