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DETRÁS DE LA CIENCIA – Dr. Iván Martínez Duncker

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Desabasto de vacunas: seguridad nacional y derecho a la salud

Recientemente el gobierno federal informó sobre un desabasto de vacunas, particularmente de las vacunas doble y triple viral, que sirven para protegerse contra sarampión, rubéola y parotiditis, tres enfermedades causadas por infecciones virales. Esta situación respondió a una falta en la entrega de las vacunas por parte de la empresa distribuidora Laboratorios Imperiales Pharma. Esta empresa fue inhabilitada por la Secretaría de la Función Pública para participar en futuras licitaciones. Esta situación ha condicionado a una falta de disponibilidad de estas vacunas posiblemente hasta diciembre 2019, situación que será subsanada por la empresa BIRMEX (Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México), que tiene una participación mayoritariamente estatal.

Es importante entender que la empresa Laboratorios Imperiales Pharma no produce las vacunas, sólo es un distribuidor que adquiere las vacunas a empresas extranjeras. En el caso de BIRMEX, tampoco estará produciendo estas vacunas y solo servirá de intermediario para su adquisición, también a empresas extranjeras. BIRMEX nunca se convirtió en la empresa estatal que podría haber sido el pilar de la soberanía científica y tecnológica en materia de vacunas para que el Estado mexicano garantizara la producción y vacunación de toda su población. Ojalá que esto cambie en esta administración federal.

Así, el desabasto de estas vacunas tiene su gravedad particular, pero revela algo aún más preocupante y es la vulnerabilidad que México tiene en materia del control sobre el desarrollo y abasto de vacunas, una de las herramientas de salud pública más poderosas para prevenir enfermedades infecciosas. Esta situación es resultado de una política que dejó la salud de los mexicanos y de nuestros niños en manos de distribuidores sin escrúpulos y empresas transnacionales que negocian y pueden especular con los precios de las vacunas.

En este contexto, el gobierno mexicano falla en garantizar el derecho a la salud de su población, pero también en materia de seguridad nacional. Los agentes infecciosos pueden ser utilizados por otros gobiernos u organizaciones como armas biológicas o presentarse en forma de emergencias sanitarias (pandemia de influenza 2009), para lo cual se pueden desarrollar vacunas para contrarrestar dichas amenazas; desafortunadamente México no tiene esa capacidad y está supeditado a resolverlo con la voluntad de gobiernos y empresas extranjeras, a costos muy altos. Duele, pero nuestro gobierno está bien agarrado de los aguacates por no tener una industria nacional consolidada.

A diferencia de México, Cuba produce la mayor parte de sus vacunas mientras que en México la mayor parte son producidas por empresas transnacionales. Cuba no sólo ha desarrollado una capacidad para producir vacunas contra agentes infecciosos sino además para otros padecimientos como el cáncer de próstata. Además, sus centros de investigación como el Instituto Finlay (nombrado por Carlos Juan Finlay y Barrés, científico cubano que descubrió que el mosquito transmite la fiebre amarilla) o el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología han sido claves para sustentar su soberanía científica y tecnológica que les permite la producción de vacunas para proteger a su población, pero además comercializarlas en otros países, generando así un doble beneficio al país y la sustentabilidad de su industria.

Los centros de investigación en Cuba están vinculados a empresas estatales como BioCubaFarma, algo que en México deberíamos lograr, ya que la mayor parte de nuestros centros de investigación públicos no están asociado a empresas y frecuentemente tienen impedimentos para poder realizar la comercialización de sus conocimientos. Yo envié cartas a BIRMEX para sumar esfuerzos y nunca me contestaron.

Otro problema de la vacunación en México es la cobertura, es decir el porcentaje de la población que recibe su vacunación. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2018 la cobertura promedio para todas las vacunas en México fue de 88.5% mientras que en Cuba fue del 99%. Esto nos alerta a que no sólo hay que mejorar sustancialmente nuestra capacidad para producir vacunas sino también contar con un sistema para garantizar su aplicación a toda la población. Imagínense que la cobertura en México de la vacuna contra el rotavirus, el principal agente que causa diarrea severa en la población infantil, fue de un bajo 77%.

Ahora quiero aprovechar para informarles sobre el sarampión, una de las enfermedades que son prevenidas por las vacunas en desabasto. El virus del sarampión es altamente contagioso y es transmitido por la vía respiratoria a partir de secreciones de individuos infectados (el virus puede mantenerse en el aire hasta por dos horas). Una vez que el virus es inhalado, se disemina en el cuerpo con la aparición de síntomas de enfermedad entre 9 y 19 días.

El virus del sarampión infecta a las células de nuestro sistema inmune llamadas de “memoria” que son células que “recuerdan” infecciones que hemos sufrido y que nos ayudan a prevenirlas posteriormente. Estas células tienen una molécula en su superficie llamada SLAM que normalmente ayuda a estás células a destruir virus y bacterias que nos pueden enfermar, pero fíjense que el virus nos rebasó por la derecha y ha hecho de SLAM su puerta de entrada. Así, aunque SLAM es un candado, el virus del sarampión tiene la llave. Otra molécula que utiliza para entrar se llama CD46. Una vez que las particulas virales entran a nuestras las células, las secuestran para que se dediquen a producir millones de nuevas particulas virales, que posteriormente las revientan y se diseminan para infectar otras células y así sucesivamente. Así, el virus acaba llegando a nuestras secreciones respiratorias, que al momento de toser o estornudar sirven para diseminarlo y contagiar a otras personas.

La primera fase del sarampión se manifiesta como una gripa, con fiebre, malestar general, tos, inflamación de la mucosa de la nariz y conjuntivitis. Sigue la aparición de “manchas de Koplik” que son lesiones pequeñas e irregulares de tipo granular, de color rojizo con el centro blancoazuláceo, que aparecen en la mucosa de la boca y que son características del sarampión. Subsecuentemente se desarrolla un sarpullido en la piel que empieza detrás de los oídos y se disemina a la cara, tronco y extremidades. Generalmente, la infección se resuelve gracias a la acción de nuestras células del sistema inmune, posterior a lo cual quedamos protegidos de una infección subsecuente de sarampión. No obstante, es importante comprender que en algunas personas se puede desarrollar complicaciones que afectan al sistema nervioso, generando graves procesos inflamatorios en el cerebro (encefalitis) o fallas en nuestro sistema inmune que puede hacernos vulnerables a adquirir otras infecciones por otros virus o bacterias. Estas complicaciones pueden conducir a la muerte y por eso es importante vacunarnos para no correr riesgo con nuestros hijos o con los hijos de otros, ya que si nuestros hijos se enferman por no estar vacunados puede convertirse en una fuente de infección para otros niños y pues no se vale.

Algo interesante es que, al evitar la infección con el virus del sarampión, gracias a la vacuna, se mantiene un sistema inmune saludable que nos permite protegernos de otras infecciones, ya que conservamos nuestras células inmunes de memoria. Quien adquiere sarampión (por no estar vacunado) acaba con un sistema inmune muy golpeado, con células de memoria que, aunque se recuperan en número, ya no se acuerdan de lo que sabían hacer, es decir les da una “amnesia”, dejando a la persona susceptible a otras infecciones distintas al sarampión. Así que vacunarse contra el sarampión no sólo te evita graves complicaciones causadas por el virus, sino que también te permite tener un sistema inmune sano.

La OMS estima que entre 2000 y 2017, la vacunación contra el sarampión disminuyó la cifra de defunciones en un 80% en todo el mundo, evitando unos 21,1 millones de muertes, lo que la convierte en una de las mejores inversiones en salud pública. Así que la verdad tenemos que estar bien babas para no vacunarnos. Sean responsables con la salud de la familia, pero también de su comunidad. ¡Sí a las vacunas!, pero le toca al gobierno mexicano garantizar su acceso, es un derecho humano que debemos exigir.

La Red Mexicana de Virología tiene una publicación muy divertida titulada “Pablo tiene sarampión”, les recomiendo descargarla, leerla y compartirla con sus hijos.

Sugerencias o comentarios: cienciamorelos@gmail.com (@dunckerUAEM)

 

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