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Detrás de la Ciencia – Guamazo al sargazo, orgullo mexicano.

De izquierda a derecha: Berenice, Uriel, Liliana, Juan, Julio, Héctor, Crhistian, María Elena y Alfonso. Brest, Francia.

Fecha

 

Dr. Iván Martínez Duncker

 

Estimados lectores, hoy les comparto una entrevista con Héctor Vicente Ramírez Gómez, morelense y miembro del equipo científico mexicano que participó en el Ocean Hackathon 2019, un concurso científico internacional donde ganaron el 1er lugar de 8 equipos que se disputaron la final en Francia. Y que creen ¡Los otros 7 equipos eran franceses! Así que esta hazaña es un orgullo para los mexicanos y para los morelenses.

 

Héctor, antes de platicar sobre este gran logro, ¿cómo llegaste a la ciencia? Como todos los niños siempre fui muy curioso, y esa curiosidad siempre fue estimulada por mis padres, que intentaron darme una explicación lógica y nada fantasiosa a todo lo que yo preguntaba. Mi papá me sembró el amor por la naturaleza en todas sus formas y por las herramientas de todo tipo; y mi mamá me sembró el amor por las matemáticas y las computadoras. Además, mis tíos siempre nos regalaban libros y documentales de naturaleza muy interesantes.

 

Todo esto mezclado con mis ganas de siempre aprender algo nuevo, del tema que fuera, creo que fue lo que me hizo escoger una carrera científica en lugar de otra opción, porque en la ciencia siempre estás aprendiendo algo nuevo. Eso me llevó a estudiar la Licenciatura en Ciencias (área terminal de bioquímica y biología molecular) en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), posteriormente hice una Maestría en Ciencias Bioquímicas en el Instituto de Biotecnología de la UNAM y finalmente estoy por terminar en unos meses el Doctorado en Ciencias Bioquímicas en el mismo instituto, estudiando el nado de espermatozoides de erizo de mar con un enfoque biofísico.

 

¿Platícanos sobre el Ocean Hackathon? Claro, la etapa nacional del Ocean Hackathon se realizó en México el pasado 11-13 octubre, organizado por la embajada de Francia en México, el Campus mondial de la mer y varias instituciones francesas en la Ciudad de México. Fue una competencia donde se planteó resolver distintos retos utilizando herramientas tecnológicas. Los retos fueron en torno al cuidado y conservación de los océanos, un tema en el que el gobierno francés destaca a nivel mundial.

 

Nuestro equipo decidió trabajar en el reto presentado por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) y el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC). Este reto tenía como objetivo desarrollar un algoritmo para la detección y alerta temprana de las arribazones masivas de sargazo, con la intención de integrarlo al sistema satelital de alerta temprana de Sargazo (SATsum) del Sistema de Información y análisis MARino-costero (SIMAR). Fue el que nos pareció más interesante por las repercusiones negativas que tiene el sargazo (macroalga marina) a nivel global y en el Mar Caribe.

 

Después de ganar la competencia nacional, nos tocó ir a la final internacional que se realizó en la ciudad de Brest en Francia el pasado 12 de diciembre, donde competimos contra 7 equipos franceses y ganamos. El jurado fue presidido por Sigi Gruber, directora de la Unidad de Recursos Marinos de la Comisión Europea.

 

¿Cómo dieron solución al reto y en qué participaste? Mejoramos la detección del sargazo a través de imágenes satelitales. Actualmente se detecta mediante imágenes de satélites estadounidenses, puestos en órbita alrededor del año 2000. Estas imágenes poseen una resolución de 1 km, es decir, cada píxel es de 1 km por 1 km, lo cual requiere de manchas inmensas de sargazo sobre la superficie marina para poder detectarlo, y también resulta en detecciones espurias, es decir, a veces detecta sargazo cuando no hay y viceversa.

 

Para resolver esta problemática, nuestro equipo utilizo imágenes de satélites europeos puestos en órbita alrededor del 2016 (¡16 años más nuevos!), y estas imágenes poseen una resolución de 20 m, entonces nosotros podemos detectar con una resolución 50 veces mejor el sargazo sobre la superficie marina. Además, creamos una nueva forma de medir el sargazo utilizando algoritmos de inteligencia artificial y que superan por mucho las técnicas usadas previamente. Mi participación específica consistió en la caracterización del espectro de reflectancia del sargazo, es decir, utilizando estadística, programación y ciencia de datos determiné cómo es que el satélite “ve”, sobre la superficie del agua, al sargazo. Con esto pudimos crear un algoritmo que clasifica si un píxel es sargazo o no.

 

¿Qué desafíos enfrentaron como equipo? Para empezar, necesitábamos un lenguaje común, que creo que al final se nos dio muy bien; también las correcciones y limpieza de las imágenes satelitales para tener datos de mayor calidad; la automatización de los procesos en una línea de procesamiento (pipeline); la visualización de resultados en un sitio web de visualización de mapas; y finalmente presentar todo ese trabajo en un discurso resumido en 5 minutos (pitch). Además, cabe resaltar que todo esto se hizo en 48 horas continuas casi sin dormir. Con respecto a la competencia final también fueron varios retos, el idioma para empezar, la presentación y un video se hicieron en francés. Un gran reto fue conseguir el financiamiento para poder asistir; y finalmente la competencia con los otros equipos, ya que tenían excelentes proyectos.

 

¿Quiénes integran este equipo tan talentoso? Se integró un equipo multidisciplinario muy balanceado con 9 miembros. Por parte de la UNAM participaron Liliana Hernández Martínez y Crhistian Alejandro Benítez, astrofísicos de la Facultad de Ciencias; Juan Claudio Toledo Roy, astrofísico del Instituto de Ciencias Nucleares; los ingenieros geomáticos Uriel de Jesús Mendoza del Instituto de Geografía, María Elena Osorio Tai y Berenice Hernández Cruz de la Facultad de Ingeniería, y yo, bioquímico del Instituto de Biotecnología. Finalmente, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, se sumaron dos ingenieros en ciencias computacionales, José Alfonso Gómez Coeto y Julio González Quintero.

 

¿Qué te aportó este evento? Muchísimo más de lo que imaginaba, tuve la oportunidad de trabajar de cerca con grandes científicos de otras áreas con los que nunca hubiera podido colaborar. La visión de cada uno de ellos me enseñó a ver un problema desde diferentes ópticas. Entendí que para resolver grandes retos es necesario colaborar con grandes equipos de científicos, y sobre todo hacer ciencia interdisciplinaria para resolver problemas que sería muy difícil lograr desde una sola disciplina.

 

¿Quién los apoyo? Recibimos apoyo económico de la Embajada de Francia y de diversas instituciones francesas en México; y de un par de instituciones de la UNAM, como el Instituto de Biotecnología y de los exalumnos de la Facultad de Ingeniería; de ahí en fuera nadie más, bueno nuestras familias. Esperamos que después de todo el esfuerzo haya mayor apoyo para el desarrollo del proyecto por parte del Gobierno Federal, de las instituciones de conservación y del sector privado (como los hoteleros) que son los principalmente afectados por este fenómeno.

 

¿Qué sigue? Validar nuestro algoritmo, es decir, confirmar que lo que detectamos como sargazo sea real, esto mediante un dron o una persona que se encuentre físicamente en el lugar. Además, la directora de la Unidad de Recursos Marinos de la Comisión Europea nos invitó a presentar el proyecto en Bruselas, en el foro All-Atlantic Ocean Research, donde estarán grandes actores de todo tipo: líderes políticos, investigadores, emprendedores, académicos y sociedad civil; todos ellos interesados en el cuidado y la conservación de los océanos.

 

Estimados lectores, nos enorgullece que un equipo de talentosos jóvenes científicos haya mostrado la excelencia de la ciencia mexicana en la arena científica mundial. Esperamos que esto abone a una visión en el gobierno mexicano para incrementar el número de becas que permiten formar a jóvenes científicos, así como crear plazas en los centros de investigación de nuestro país para que podamos beneficiarnos de su talento y no los forcemos a tener que encontrar reconocimiento en el extranjero. Además, es importante crear fondos que permitan financiar proyectos científicos propuestos por los jóvenes, así como difundir y divulgar el trabajo que están realizando.

 

Tengan felices fiestas, les envío mis mejores deseos. Nos leemos pronto.

 

 

 

 

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