Ya vimos que las epidemias de los siglos XV y XVI en Yucatán, antes de la Conquista, están documentadas con base en el libro sagrado Chilam Balam y en la Relación de fray Diego de Landa. Fue el respetado mayista estadunidense Sylvanus Morley (1883-1948) quien logró identificar las fechas que proporciona Landa con las del Chilam Balam (que son en katunes, medida maya) y la coincidencia lo hizo declarar: “Por pequeños que sean estos dos puntos de confirmación, indican, sin embargo, el alto grado de confianza que se puede tener en las crónicas indígenas”.
Por su parte, el estadunidense Charles Gallenkamp (1930), miembro de la Sociedad Americana de Arqueología, amplía estas ideas, señalando que, desde principios del siglo IX, la civilización maya en las tierras bajas sufrió una catastrófica decadencia. Las actividades artísticas, intelectuales y religiosas se detuvieron gradualmente. Los edificios, monumentos y estelas fechadas quedaron inconclusos:
“Desde 800 d.C. a 900 d.C. quedaron desiertas las en otros tiempos populosas ciudades del área central, […] las ciudades quedaron envueltas en un inmenso silencio del cual nunca han despertado. Lentamente las malezas ocuparon las plazas; las enredaderas y las raíces de los árboles se tragaron las pirámides, los templos y los palacios, haciendo que sus piedras se separasen y cayesen. Al final, la selva reclamó las desafortunadas ciudades mayas, totalmente olvidadas en el mismo pináculo de su gloria […]”
“Se sugirieron como posibles factores cambios inesperados en las condiciones del clima […] Las epidemias de malaria, fiebre amarilla y anquilostomiasis se citaron como otras razones para el éxodo”.
*De su libro Historia de las epidemias en México, Grijalbo, 2020.