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¿Es Corea del Sur tan desigual como retrata la película Parasite?

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La película es una crítica a las agudas diferencias de clase en una sociedad capitalista y desigual que, sorprendentemente, no es ni el Brasil donde conviven las favelas y las mansiones; ni tampoco el Estados Unidos donde el 1% de la población acumula un quinto de la riqueza del país.

No. La historia de cómo los Kim, una familia que vive en un humilde semisótano, se las ingenian para sacarle dinero a los Park, privilegiados que residen en una casa de diseño, está ambientada en Seúl, la capital de Corea del Sur.

Es decir, una nación que se encuentra entre las 15 economías más grandes del mundo, donde la esperanza de vida está entre las más altas del planeta y casi la mitad de la población tiene educación superior.

Sin embargo, en Parasite, los Kim tienen problemas para encontrar empleo y se buscan la vida con trabajos como doblar cajas de pizzas en su semisótano infestado de insectos.

Pero cuando su hijo consigue el puesto de tutor de inglés de la hija de los Park, los Kim ponen en marcha un complot para conseguir que todos acaben trabajando para aquella familia adinerada que, a diferencia de ellos, puede darse el lujo de vivir sobre tierra, disfrutar de luz solar en casa y subcontratar las tareas domésticas.

Corea del Sur, ¿”un infierno”? Con una tasa de desempleo de apenas el 3,6%, tener trabajo en Corea del Sur no debería ser difícil ni tomar mucho tiempo.

De los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el club de las naciones más ricas del mundo, es el que tiene la menor tasa de desempleo de larga duración: 1,4%.

Su eficiente sistema sanitario, acompañado de un estilo de vida saludable, lo ayudan a entrar en la lista de 10 países con mayor esperanza de vida. Tras ser escenario de conflictos devastadores como la Segunda Guerra Mundial (1939- 1945) o la Guerra de Corea (1950-1953), en pocas décadas Corea del Sur se reinventó como una economía industrializada y líder en innovación tecnológica, mejorando las condiciones de vida de sus ciudadanos.

Sin embargo, los surcoreanos no parecen estar muy contentos con su situación actual: tres de cada cuatro jóvenes de entre 19 y 34 años quiere irse del país, según una encuesta publicada en diciembre por el diario The Hankyoreh.

Es más, ocho de cada 10 ven a Corea del Sur como un “infierno”.

Shin Hyun Bang, profesor de Estudios Urbanos de London School of Economics (LSE) especializado en Asia, explica que la nación ha sufrido grandes cambios en los últimos 20 años que todavía no han sido asimilados.

Tras casi dos décadas creciendo cada año a un promedio de 9%, Corea del Sur fue uno de los países más golpeados por la crisis financiera asiática que estalló en 1997. Al año siguiente, su PBI registró una caída superior al 5%, según datos del Banco Mundial.

“Como el desarrollo del país fue tan rápido durante el siglo XX, hay una memoria vívida entre la generación más adulta de las oportunidades a las que tenían acceso en los 70 o a comienzos de los 90, cuando la economía se expandía y los empleos ofrecían seguridad”, le explicó Shin a BBC Mundo. “Pero desde entonces esto ha cambiado, haciendo que el nivel de desigualdad que la gente teme sea mayor que el objetivo”.

El coeficiente de Gini suele ser la medida más usada para evaluar la inequidad en una sociedad y consiste en un rango del 0 al 1, donde las cifras más cercanas al 0 indican mayor igualdad que las próximas al 1.

El de Corea del Sur se ubica en el 0,35, según la OCDE. Es decir, por debajo del 0,46 de Chile y México o incluso del 0,39 de Estados Unidos; aunque lejos aún del 0,29 de Francia o el 0,26 de Dinamarca.

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