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¿Esas no son las formas? – Cielo

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Nueve feminicidios, en promedio, cada día. Más de tres mil doscientas mexicanas asesinadas con violencia sexual cada año. Morelos en el segundo lugar de feminicidios a nivel nacional. Cifras de guerra. ¿Desde cuándo las víctimas de la violencia tienen el deber o la necesidad de «desarrollar un diálogo con respeto»? En un Estado de derecho, las autoridades reparan el daño y aplican la ley. En un Estado de desecho, las autoridades violan, reprimen y torturan. Y La autodefensa nunca es violencia. ¿Qué más tiene que pasar para que todas las mexicanas tomemos las calles?

México, es un Estado misógino.

México, es un Estado proxeneta.

México, es un Estado opresor de mujeres.

México, es un Estado   feminicida.

¿Pero cuándo les ha importado realmente?

«Dicen que ahora a la gente no le va a importar la lucha feminista porque vandalizaron monumentos, coches, ventanas. Lo cierto es que esas mismas personas, en los años que se llevan luchando, no han puesto atención, nunca nos quisieron ver.

Poco les importa que maten a 9 mujeres al día en México. Lo ven como un número, si acaso sale de su boca un lastimero “ay, qué mala onda”. Mucho menos les interesa escuchar que esas mujeres probablemente fueron asesinadas por un hombre que conocían, una pareja sentimental. Tampoco les importa que el hogar es un lugar peligroso para una mujer en México: la mayoría de las niñas son violadas por un familiar cercano y los feminicidios en Morelos ocurren en la “seguridad” de su casa.

Los temas del feminicidio y  de los derechos de las mujeres en general, se guardan en las reuniones porque “es de mal gusto” incomodar. No se hablan en el trabajo. No se hablan en las escuelas. No se hablan. Parecen incapaces de sentir compasión por una persona, entonces me impacta que la pudieron sentir por las paredes,  por lo menos por eso voltearon a ver, aunque fuera una pared pintada. Espero que una parte de quienes se ofendieron y no pudieron ver más allá sí hayan notado la furia de las que luchan por vivir sin miedo. Por vivir.

El cuerpo de la ciudad de México quedó marcado como una extensión de los miles de cuerpos violentados de las mujeres, para que ahora sí lo vean, para que no volteen al otro lado. Esas cosas quemadas, pintarrajeadas, rotas, son una extensión de nuestros cuerpos. Es la humanidad destrozada de la que te niegas a hablar con tal de “no incomodar”. Es la cicatriz expuesta que se abre una y otra vez y que a muchos no les inmuta.

Véanlas, muy de cerca y muy bien. Porque si se  indignan por las heridas de esas cosas al grado de humanizarlas diciendo “qué culpa tienen las paredes”, debes saber que la respuesta es “ninguna”. La culpa la tienen quienes se hacen de la vista gorda cuando acosan a una mujer frente a sus narices,  quienes se ríen cuando su amigo les manda “chistes” misóginos al whatsapp, que  culpan a la víctima cuando la violan, que llaman  feminazis a las que piden derechos, que no te interesa la justicia, que violan, que pegan, violentan, matan.

Si todo arde, si todo se destroza, es porque autoridades y sociedad cómplice niegan la justicia cada día. Es porque se nos ha secado la boca y se nos secará el cuerpo reclamando nuestros derechos. Esas paredes pintadas se han vuelto aliadas en la lucha porque al menos de ellas sí hablan. Al menos esa herida sí la voltearon a ver.

Mujeres, no olviden nunca las reacciones que estos días hemos observado, es en momentos como este que la gente se posiciona claramente, no solo las figuras públicas, también, y sobre todo, con quienes compartimos el cotidiano. Es también una gran oportunidad para desintoxicar el corazón.

Esta es una pequeña victoria, nos faltan muchas batallas, pero juntas siempre podemos.

Cielo.

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