Por: Paco Santillán
Hace tiempo le pregunté a un futbolista que había jugado con Cuauhtémoc Blanco ¿qué opinaba de él? Su respuesta fue: “¡es buena onda! su problema es que es testarudo, necio y si no se hace su voluntad se pelea con todos. Me parece increíble que los morelenses lo hayan elegido, él no es una persona hecha para dirigir, en la Selección no era líder porque no era alguien centrado… el líder era Rafa Márquez quien resolvía todo convenciendo”.
La verdad es que no me decía nada nuevo. Lo vi gobernando Cuernavaca, fui objeto de sus insultos, vi la forma como se comportaba y fui testigo de lo limitado de sus razonamientos… y de muchos cercanos a él (que no todos). Sin embargo, de nada valió las múltiples advertencias que se hicieron sobre el carácter del Gobernador… ganó de manera contundente (aunque sin Morena en la Coalición no estoy seguro, con números en mano, de que esto hubiera sido así).
A un año de su mandato el recuento se resume en una realidad: el Gobernador está peleado con todos… incluso con su equipo. No es capaz de poner en su gabinete (su carácter se lo impide), no es capaz de poner en orden en el estado (no tiene la experiencia ni capacidad), no es capaz de generar sinergias con los Alcaldes (no le interesa), no tiene ascendencia ni alianzas con los Diputados (salvo algunas excepciones cuya amistad se basa en la fiesta y en la banalidad, no en las ganas de hacer bien las cosas). El Gobernador no ha logrado sumarse en los esfuerzos del Presidente de México (quien ya le llamó la atención y, quienes conocen a AMLO, afirman que fue un llamado muy duro por la forma cómo lo hizo), no logra obtener comentarios positivos de ningún sector, no atina en emprender un solo proyecto exitoso (todas las obras que se han inaugurado fueron arrancadas en el sexenio anterior… salvo el asfaltado de algunas avenidas de Cuernavaca, basadas en las efímeras aspiraciones del Secretario de Obras).
El resultado de todo esto es que el estado está convulsionado. Donde me paro, el tema es el pleito que tiene el Gobernador con los morelenses. Los asuntos de café oscilan en la nulidad de resultados y el arrepentimiento de haber votado aquel 1º de julio con coraje (fue como el niño que, en su enojo, se golpea contra la pared creyendo que le hace daño a sus padres con ello). Sin embargo, el problema más fuerte es que el pleito que ha emprendido Cuauhtémoc con los morelenses le ha cerrado el diálogo con casi todos los sectores. Algunos desorientados aún le buscan, pensando más en obtener un trabajo que en presentar un proyecto real para solucionar los problemas (estos ingenuos no saben que Cuauhtémoc solo contrata gente de la Ciudad de México recomendada por algún familiar).
El problema en Morelos está sumamente delicado. La inseguridad está desbordada, la economía decreció, se perdieron 4,300 empleos formales, no hay una sola obra de infraestructura real (no la del tapabaches, me refiero a la que sí genera inversión), todos los sectores políticos están confrontados y violentados, no existe estabilidad ni paz, vivimos en un estado confrontado y muy lastimado… bueno ¡hasta en el gabinete evidencian sus problemas internos de manera pública!
Morelos no puede más… gobernar peleando no es la solución. El daño que se le está ocasionando a nuestro estado puede llegar a ser irreparable si no empieza a imponerse la cordura en los miembros del equipo de Cuauhtémoc que SÍ son de aquí y cuyo patrimonio y familia dependen de la estabilidad de Morelos. Ya no llamamos a la cordura del Jefe del Ejecutivo, llamamos a los morelenses cercanos a él a que reaccionen y le pidan ser escuchados.