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Guardia Nacional: El reto de la paz por Mirelle Martínez 01/07/19

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Las gradas del circo

Entró en funciones oficialmente el día de ayer la guardia nacional, proyecto que desde inicios del sexenio fue prioridad para Andrés Manuel López Obrador y que responde a la necesidad de brindar seguridad a la ciudadanía en este país en el que cada vez hay más violencia y menos efectividad para combatirla.

Pero la guardia nacional ha sido un vaivén de matices políticos y sociales que nos ha dejado a quienes no somos legisladores o miembros cercanos al equipo de gobierno con varias interrogantes, máxime cuando en la ceremonia inaugural vimos un acto más militar que civil.

Originalmente, los proyectos presentados en el Senado de la República partían de una premisa similar a la de la militarización, por lo que el debate se concentró en evitar que así fuera; el Estado mexicano ha recibido múltiples recomendaciones de carácter internacional por violación a los derechos humanos y crímenes en contra de civiles por parte de los cuerpos militares, por lo que uno de los temores principales era el de dar un cheque en blanco a una corporación que estaría al frente de la seguridad en México.

Así fue como después de varios debates y consensos con la sociedad civil se establecieron puntos de partida importantes.

Primero, que la Guardia Nacional tendría un mando de carácter civil correspondiente al secretario de Seguridad Pública, no a los mandos militares, mucho menos apegado a las reglas disciplinarias de la milicia, por lo que, a pesar de que, en esta primera etapa, aproximadamente el 75% de los efectivos son fuerzas militares, se apegarán al fuero civil, a la disciplina y a la cadena de mando civil de la Guardia Nacional.

El debate también se centró en la competencia de las investigaciones, resultado de la Guardia Nacional, misma que siguiendo el hilo civil se llevará a cabo por el ministerio público, así mismo, que la relación de la Guardia Nacional con los estados y municipios deberá ser de coordinación y colaboración y bajo ninguna circunstancia de subordinación y bajo ningún elemento que perturbe la adecuada coordinación interinstitucional.

Es así que el día ayer, oficialmente 70 mil elementos que provienen en su mayoría de la milicia y otros que habrán de pasarse de la casi extinta policía Federal, han asumido sus responsabilidades de custodia y salvaguarda de la seguridad e integridad de las y los mexicanos, esto, en un contexto en el que, desde 2006 y hasta hoy, el crimen ha permeado, incluso, en las corporaciones militares, por lo que hoy se le apuesta a una nueva institución en la que recaen compromisos como el de la incorruptibilidad.

No es fácil entender que un mando militar cambie su forma de proceder con años de disciplina y una formación castrense, no es fácil creer que después de tantos años viviendo atendidos por corporaciones viciadas y captadas por el crimen, la Guardia Civil pueda funcionar de la forma en la que se presume, pero tampoco es fácil seguir viviendo en esta situación en la que la violencia y la impunidad son el pan nuestro de cada día.

La Guardia Nacional es un paso importante para la reconfiguración de la seguridad en este país, y uno de los pocos proyectos que se construyeron de la mano con la sociedad civil y la oposición, se construyó el marco jurídico pensando en la ciudadanía y con la esperanza de que esta realmente contribuya a recuperar la paz.

Legisladores, sociedad civil y ciudadanos que nos preocupamos por estos temas estamos brindando el beneficio de la duda al gobierno federal y confiamos en que los resultados sean positivos, siempre a favor de la sociedad y de la armonía que tanto le hace falta a México.

Pd: Que la Guardia Nacional sea para los mexicanos, de las fronteras que se encarguen los dueños del otro jacal.

Por Mirelle Martínez

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