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Mamá-Para Evangelina Ibarra Baptista

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Dios mío, no tengo palabras para agradecerte en nombre de mis hermanos Norma Angélica, Javier Esteban, Josué Ángel y el mío, que nos hayas mandado la enorme bendición desde nuestra gestación, nacimiento, desarrollo y madurez de nuestras vidas a este ser extraordinariamente maravilloso al que le diste ese fabuloso rol de madre para nosotros. En ella encontramos el más sincero, incondicional y profundo amor, la motivación y el estímulo, para siempre ser y hacer lo mejor posible como personas, como profesionistas y como miembros de nuestra sociedad. También encontramos un gran ejemplo en su actuar y su compromiso y sentido de responsabilidad con su familia y su comunidad. Su vida nos enseñó con hechos, valores como la gratitud, la responsabilidad, la bondad y solidaridad entre muchos otros, sobre todo con las causas más nobles y con los menos favorecidos, también nos enseñó que la educación, la cultura, la preparación constante y el conocimiento son los elementos fundamentales que nos permitirán vivir y defender la libertad y sustentar la calidad de vida de nuestra comunidad y familia.

Dios mío, sé que en tu infinita sabiduría rodeada del más puro amor vas tomando decisiones, hace tres días decidiste llevártela, trascendiendo de esta dimensión de la vida a otra seguramente mejor. Este humilde servidor tuyo no es quién para cuestionar tus decisiones, ni por más menso, triste o enojado que estuviera lo haría, porque reconozco y admiro tu grandeza y tu titularidad en la creación de la vida; pero sí quiero humilde y respetuosamente decirte que nos hubiera gustado mucho a todos los que estamos aquí disfrutarla muchos años más, continuar sintiendo la calidez de su amor maternal, de la gran alegría que irradiaba su presencia, de ser el imán que mantenía unidos a su familia y uno que otro grupo de amigas.

De ese enorme sentido de lealtad que evidenciaba en cada momento que defendía con fiereza a sus hijos, nietos a sus hermanos y fraternales amigas y también la forma y coraje con la que argumentaba sus convicciones, sus ideas, sus motivaciones y paradigmas. Hoy, dios mío, este servidor tuyo tendrá que aprender cómo vivir en esta dimensión de la vida prescindiendo físicamente del ser humano más maravilloso que he conocido, quien más me motivaba y estimulaba a seguir adelante sin importar el sacrificio y las dimensiones del reto, quien más me consolaba, quien incondicionalmente me equivocara o no, siempre estaba conmigo. Hoy quien siempre se caracterizó por ser mi fan número uno como ella se ufanaba en decirlo, físicamente ya no está. Y las proporciones infinitas del dolor que mis hermanos, sus nietos y yo sentimos son igual a la gran energía de amor y enseñanza que a lo largo de su vida nos brindó.

Casi todos en esta vida hemos tenido la relación y conexión de mayor amor y misticismo con nuestras respectivas madres, es entendible esa magia emocional con el ser que físicamente nos da la vida y que generalmente amamos e idolatramos de una forma especial, yo adicionalmente a eso tuve una conexión con mi madre que nos hizo dado el sacrificio que vivimos juntos por sacar adelante a nuestra familia, estar en una sintonía adicional, parecía que nos leíamos la mente, que sentíamos usualmente lo mismo y que nuestras actitudes y carácter reaccionaban de forma muy similar.

Siempre nos jactábamos de ser muy parecidos a esa pareja legendaria de la época de oro del cine mexicano que caracterizaban Sara García y Pedro Infante, sin embargo, mi hermano Esteban decía que éramos más bien parecidos a los personajes de los polivoces doña Naborita y a Gordolfo Gelatino. Para el caso es lo mismo, el simbolismo de una conexión de amor incondicional entre madre e hijo. Quiero agradecerles a todos sus hermanos el gran cariño que le dieron, a mis tías y tíos, Jesús, Armida Dolores, ramón que les tocó recibirla allá en el cielo y a Sergio, Rebeca, Elsa y especialmente a ti rufo, que ya sabes que te adoraba y que en estas semanas lo refrendó con mis hermanos y conmigo gracias por quererla tanto. A mi papá Jaime Capella muchas gracias por los años de felicidad que le dio, se ve en las fotografías de la época que hubo años de espléndida unidad y alegría que en estos días he estado recordando con un enorme gusto y cariño. Resultado de amor se gestó la vida de los hermanos Capella Ibarra. De lo que no haya funcionado años después, pues no somos quién, para juzgarlo, simplemente lo respetamos, pero también lo agradecemos porque esa historia de dificultad y adversidad, gracias al carácter, tenacidad coraje y voluntad de mi madre nos hizo mejores, nos hizo hijos de la cultura del esfuerzo. A mi cuñada Marissa fuiste su fiel y Diara compañera de café siempre noble, siempre atenta de mi parte de todo corazón toda mi gratitud, por cuidarla y quererla tanto. A ti diana gracias por aguantarla, cuidarla y quererla en estos últimos meses. A sus amigas, mil gracias por llenarla de atenciones, de compañía, de extraordinarios momentos de amistad y convivencia, ustedes colmaron siempre pero especialmente estos últimos 20 años, su vida de atenciones y de aventuras que la mantuvieron con muchísima vitalidad. De todo corazón mis hermanos y yo veremos un pedacito de nuestra madre en ustedes, ojalá no nos lo regateen, a usted profesora Aida su gran amiga y que es parte de nuestra familia gracias eternas por quererla tanto, era más que recíproco. A todas sus amigas muchas por cierto nuestra inmensa gratitud por su amistad, solidaridad y cariño y por estar más que atentas y preocupadas en estas semanas.

Siempre estuve preocupado que dada la naturaleza de mi trabajo pudiera yo adelantarme primero y me pesaba sobre manera el sufrimiento y dolor de mi mamá, cambio esa preocupación por este incalculable dolor, pero me consuela una frase que mi jefe me comentó hace algunas semanas es “un buen deseo árabe” dice que usualmente los árabes se despiden con este deseo “que dios te bendiga con la gracia de que tus hijos te sepulten primero”. Mi madre finalmente ha tenido esa bendición. Finalmente, y fiel a la actitud de enseñanza de la profesora Evangelina Ibarra, quiero respetuosamente sugerirles, recomendarles o proponerles algo, si ustedes tienen la enorme bendición de tener a su mamá o papá todavía en esta dimensión de la vida, no pierdan el tiempo y aprovechen un minuto cada día para besarlos, abrazarlos o con una simple llamada de escasos segundos hacerlos sentir que los aman, que los admiran y que les agradecen su amor y sacrificio que han hecho por ustedes.

Seguro con ese acto de gratitud podemos empezar a regresar a lo básico y transformar este mundo convulsionado y violento en el que hoy vivimos. Piénsenlo y pónganse un momento en nuestro lugar, en este santuario divino, habemos hoy cuatro nuevos huérfanos de madre que daríamos lo que fuera por tener un segundo para besar abrazar o ver cuando menos esa hermosa sonrisa de la maravillosa mujer que nos dio la vida.

Madre mía hasta el cielo te doy las gracias eternas por todo que es muchísimo y te prometo fiel a tus frases célebres y palabras elocuentes que mis hermanos y tus nietos vamos con el tiempo, no te prometo ahorita la verdad, a “transmutar este incalculable dolor y pesar de tu ausencia, por felicidad y agradecimiento por tu existencia, por tu vida, por tu legado que nos dio las bases para ser útiles y felices en esta vida y que vivirás siempre en nuestros corazones con todo el amor, felicidad y agradecimiento que te mereces. No tengo más que en nombre de norma, Esteban, Josue, Andrea, Natalie, Beto, Stephanie, Angelique, Alejandro, Alessandro, Ana Fer y Alessio, agradecerles a todos ustedes familia y amigos sus muestras de generosidad, cariño y solidaridad en estos momentos del más grande pesar de nuestra familia.

Gracias por querer a mi madre. Ahora les pido para la hija, hermana, madre, abuela, tía, amiga y profesionista, la profesora Evangelina Ibarra Baptista el más fuerte y caluroso aplauso que llegue con entusiasmo y amor hasta el cielo.

Con todo el amor posible: Alberto Capella Ibarra.

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