La Arquidiócesis Primada de México, defendió su postura frente a la iniciativa presidencial en materia de matrimonios igualitarios, al aseverar que su rechazo no significa que la Iglesia Católica odie o condene a quienes impulsan esa moción.
La oposición a los matrimonios entre personas del mismo sexo, obedece a las enseñanzas de Jesús que en su momento, instó a denunciar el pecado pero no a odiar a los “pecadores”, por el contrario, pidió amar a quienes odian y son enemigos de la iglesia, planteó el Arzobispo Primado de México, Norberto Rivera.
Al encabezar la misa dominical en la Catedral Metropolitana, Rivera Carrera aprovechó para exigir respeto y tolerancia hacia la negativa de la Iglesia a avalar los cambios propuestos por el Presidente de la República al artículo 4 de la Constitución.
El cardenal insistió en que usar las palabras del evangelio para defender el matrimonio entre hombres y mujeres, no es discriminatorio ni una muestra de odio de la jerarquía católica a quienes están a favor del matrimonio igualitario.
Para ejemplificar sus dichos, citó al recientemente fallecido Ramón Durón Ruiz, mejor conocido como “el filósofo de Güémez”, a quien catalogó como su amigo.
“La Iglesia no odia a nadie, tiene innumerables enemigos pero ella, no se puede permitir odiar a nadie. Quiero honrar la memoria de un buen amigo recién fallecido, el filósofo de Güémez: ‘lo que no es parejo, es chipotudo’. Versión de lo que dijo Jesucristo: ‘No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti’. No pidamos, exijamos el respeto y la tolerancia que con todo derecho los demás nos piden y exigen a nosotros”, enfatizó.
Aseveró que de acuerdo a la Biblia, Jesús buscó poner el ejemplo al desalojar a los comerciantes del templo y si acaso utilizó la violencia, fue para conseguir ese propósito pero no actuó contra ricos, vendedores y fariseos, movido por el rencor o el odio, sino para ayudarlos a salvarse, explicó.
Rivera Carrera también aprovechó para referir a las festividades por el Día del Padre, al señalar que el engendrar hijos es un acto sublime y trascendente que implica dar amor y tratar con responsabilidad a los hijos.
Recalcó que la semana anterior, la Arquidiócesis condenó la “demencial violencia” en Orlando, donde una persona entró en un bar gay y disparó contra quienes se encontraban allí, provocando 50 muertos y decenas de heridos. Lo cual demuestra, insistió, en que la Iglesia no odia a quienes tienen preferencias sexuales distintas.
Recalcó que Jesús pidió “denunciar el pecado, pero no odiar a los pecadores”, por el contrario, enseñó a amar a quienes odian a la Iglesia y hasta a sus enemigos.
Acto seguido, recalcó que defender el matrimonio natural entre hombre y mujer y los derechos de los niños a vivir en una familia de ese tipo no es discriminar.
Usar lo que dicen las escrituras bíblicas para llamar “mal” al mal y “pecado” al pecado, abundó, no es utilizar un “lenguaje de odio”, sino de amor hacia las personas porque “nadie ama disimulando la verdad o usando la mentira”.