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Se fue Dilma Rousseff de la presidencia de Brasil, ¿Ahora qué sigue?

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El presidente Michel Temer asumió las riendas de Brasil tras la destitución de Dilma Rousseff mediante un juicio político, sin que ello garantice que el país superará una de sus peores crisis político-económicas.

En una jornada histórica, el Senado brasileño destituyó a Rousseff en un juicio político (impeachment) por 61 votos contra 20, pero en una segunda votación, rechazó inhabilitar a la exmandataria para cargos públicos durante ocho años.

El resultado, anticipado por analistas y politólogos, pone fin de forma prematura y abrupta al segundo mandato de Rousseff, iniciado en enero de 2015, y a 13 años de hegemonía del Partido de los Trabajadores (PT), que ya anunció que será un férreo opositor a Temer.

Aunque los cargos contra Rousseff están relacionados con el manejo de las cuentas públicas en 2015, considerado por la mayoría de senadores como inconstitucional, su destitución está sobre todo vinculada a la recesión económica, el descontento social por la corrupción y la incapacidad para tejer alianzas en el Legislativo.

Menos de tres horas después de la destitución de Rousseff, Temer, quien ejercía la Presidencia interina desde el 12 de mayo pasado, prestó juramento y se convirtió en el nuevo jefe de Estado hasta diciembre de 2018.

A su llegada al plenario del Senado, donde se celebró la ceremonia, Temer estuvo arropado por partidos y líderes políticos aliados.

Sin embargo, su mandato será cualquier cosa excepto un camino de rosas, no sólo por la difícil situación económica de un país con casi 12 millones de desempleados, sino también por la ausencia de un aval en las urnas, y las implicaciones de la Operación Lava Jato.

“Habrá contra ellos la mayor oposición determinada que un gobierno golpista jamás tuvo”, dijo Rousseff, en un breve y durísimo discurso pronunciado tras ser destituida.

“Van a capturar las instituciones para ponerlas al servicio del neoliberalismo”, sostuvo la exmandataria, quien aseguró que el “golpe” en su contra fue “racista, misógino, homofóbico”, y anticipó que se “va a atacar cualquier organización progresista” en el país.

En Río de Janeiro y Sao Paulo se celebraron por tercer día consecutivo modestas manifestaciones en contra de la destitución de Rousseff y en rechazo a Temer.

Analistas anticipan que habrá protestas sociales debido a los programas impopulares que el nuevo gobierno quiere aprobar, como la reducción del gasto social y la reforma del sistema de pensiones.

Temer, quien viajó este mismo día a China para participar en la Cumbre del Grupo de los 20 (G-20), dijo en su primera alocución como mandatario que la prioridad será la lucha contra la desocupación, en un país con casi 12 millones de desempleados.

Datos publicados este miércoles señalan que el Producto Interno Bruto (PIB) de Brasil cayó 0.6 por ciento en el segundo trimestre y suma seis trimestres de contracción, en el marco de la peor recesión que azota al país desde 1930.

En un tono más combativo de lo habitual, el nuevo mandatario, a quien el Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff considera un “usurpador” del poder, también pidió a sus ministros que rebatan las acusaciones de ser producto de un golpe de Estado.

“Hay que responder: ‘golpista usted, que está contra la Constitución’. Ahora no vamos a llevar la ofensa para casa, hay que tener firmeza”, puntualizó el nuevo mandatario, quien fue vicepresidente de Rousseff desde el inicio de su primer mandato.

A nivel internacional, Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia y El Salvador expresaron su rechazo a lo que denominaron como “golpe parlamentario” en Brasil.

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