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¿Y la Eco-Zona?

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Por Enrique de J. Rodríguez Escudero

De acuerdo con las cifras “oficiales”, el proyecto para desarrollar la eco zona de Cuernavaca costó al erario público del Estado 141 millones de pesos.

Aún hoy, es posible entrar a la página de internet que se desarrolló para tal efecto; en ella, se puede leer qué es la eco zona, cuáles son los objetivos y desde luego cuáles son los alcances que tendría la propuesta que, fundamentalmente atendería seis aspectos, a saber: patrimonio, espacios públicos, movilidad, salud ambiental, fomento económico y ciudadanía en red.

“La Ecozona es un área de gran dinamismo urbano en la que se interviene para reducir emisiones contaminantes a la atmósfera y recuperar zonas de valor ambiental relevante.

Se trata de una política que busca la construcción de nuevos equilibrios entre un desarrollo urbano ordenado que impulsa actividades económicas compatibles con el mejoramiento de la calidad de vida”; con estas palabras nos describieron a los ciudadanos las características de este proyecto ambicioso proyecto que, durante su gestión causó grandes controversias y hoy solamente da mucha pena.

De todos los alcances prometidos, no hay uno solo cumplido al día de hoy, entre los eventos provocados por el sismo del 2017 y la toma de calles por el ambulantaje, los monumentos que forman parte del patrimonio histórico de nuestra ciudad no se ven robustecidos por un proyecto urbano que los destaque y lo que es peor no existe un proyecto de circuito que los conecte a través de andadores peatonales legibles y cómodos.

Hoy, justo frente a la fachada principal del Palacio de Cortés, obra un tapial maltrecho que funciona más como una atalaya contra los ambulantes, que como un sistema protector para los peatones y dentro del cual, no está pasando absolutamente nada.

El acceso peatonal hacia el Jardín Borda, sigue siendo materia de expertos o “kamikazes” que, si llegan a la esquina de av. Morelos e Hidalgo por Catedral, tendrán que enfrentar la furia de rutas y automóviles, que a su vez buscan desesperadamente cruzar el semáforo de Rayón.

Ni hablar de la cadena de obstáculos, físicos estáticos y temporales móviles a los que expone uno la humanidad si se quiere llegar de la plaza de armas al Templo de Tepetates o el Chapitel del Calvario. Insisto, nunca hubo un plan.

La desafortunada intervención cosmética de la zona, que nunca eco zona, y que incluyó la sustitución de pisos, jamás pensó en algún tipo de material de bajo mantenimiento, situación a la que se suma la mala especificación en los espesores de las piezas; este hecho, tiene hoy importantes zonas de piezas fracturadas, sueltas y en general impregnadas de machas y en el peor de los casos goma de mascar.
Gracias a la muy puntual intervención de grupos ambientalistas, se lograron rescatar los árboles preexistentes pero lo que se hizo en materia de arquitectura de paisaje, sobre todo si se piensa en la capacidad climática de nuestra ciudad es verdaderamente aberrante e insisto, si de alguna manera aquello luce con fronda es solo gracias a las bondades de nuestro clima pero no por una intención proyectual que busque una experiencia estética.

El mobiliario urbano, integrado por luminarios, bancas y bolardos, es de pésima calidad, hoy, muchas de las luces de cortesía empotradas en los bolardos están fundidas o de plano han desaparecido, en la misma situación están muchos de los bolardos que debido a que no cumplen con las especificaciones de la norma, en materia de resistencia y fijación, están doblados, vencidos o simplemente ya no están.

Sobre la Salud Ambiental de que la se habla en la famosa página, nada, no hay un solo avance, ni recuperación de barrancas (Amanalco y Analco), ni mejoras en el funcionamiento del sistema vial, ni impulso a modos de transporte ecológico.

Ni hablar del sistema de recolección de desechos sólidos, que de la mano de lo puestos de comida carentes de supervisión y control que abundan en la zona, se encargan de mantener las zonas de jardineras plagadas de fauna nociva.

El crecimiento irregular de espacios comerciales, el crecimiento imparable de ambulantes y la inseguridad que prevalece en la zona, se combinan para impedir que aquel fomento económico del que nos hablaron en los objetivos, sea inexistente.

Muchos de los propietarios de establecimientos tradicionales se quejan hoy de la baja que han tenido sus ventas. Se suman a las quejas de los comerciantes, el pésimo tratamiento a los residuos sólidos, el ruido y el mal estado en el que se encuentran las calles recién remodeladas.

Y finalmente la ciudadanía en red, nuevamente en la página se presume una larga lista de reuniones con comerciantes establecidos, vecinos, ambulantes, taxistas, elementos de tránsito y un largo etcétera. Nada, de aquellos acuerdos no hay un solo reflejo en la zona que nos indique que aquello lleva rumbo.

Pero entonces ¿qué pasó? ¿por qué falló? La respuesta es sencilla aunque involucra una enorme complejidad: un proyecto de esta naturaleza requiere de un proceso de planeación técnica que permita aterrizar los objetivos en un plan de manejo a largo plazo (mínimo 25 años), sobre la planeación hemos de decir que hace falta un equipo multi e interdisciplinario de especialistas que aborden el tema de manera ética y con gran nivel de compromiso social y de conocimientos comprobados, abogados, antropólogos, sociólogos, historiadores, psicólogos sociales, urbanistas, arquitectos paisajistas, ingenieros viales, ingenieros hidráulicos y sanitarios, ecologistas, biólogos, economistas, líderes sociales y desde luego operadores políticos.

Toda vez que se tienen perfectamente definidos los alcances y que exista como tal un proyecto, éste debe ser cuidadosamente socializado, aunque esto no significa que durante el proceso de planeación no intervengan algunos líderes sociales que expresen necesidades puntuales y el sentir de quienes realmente habitan y conocen la zona.

Y finalmente, otro aspecto fundamental es la transparencia en la aplicación de los recursos, la existencia de un fideicomiso que garantice y audite el manejo de los recursos, antes y durante la ejecución el proyecto, así como el manejo de las finanzas toda vez que el proyecto se ha echado a andar, es insisto, un imperativo.

Nada de esto hubo en la eco zona, fue solo una ocurrencia, un negocio sexenal de quien por cierto no tenemos responsables legalmente investigados, aunque de sobra sabemos quienes son.

Lamentable que se gasten los recursos de la gente que al no ver resultados tampoco se involucra, un rotundo fracaso frente a una maravilloso oportunidad y que, lamentablemente nos mantiene hoy, en las mismas condiciones que antes o si usted me lo permite, quizás peor.

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