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¡Guayabazos! Que todos los días fueran 15 y 16 de septiembre…

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Carlos Francisco Caltenco Serrano

Con las peregrinas declaraciones de los funcionarios estatales sobre la inseguridad, comenzando por el Gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo y su Secretario de la Gubernatura José Manuel Sanz, los morelenses hemos ido pasando de la paciencia, a la comprensión, después al asombro y ahora a la risa, esa que lo prefiere en lugar de llorar.

Este primer año de gobierno comenzó por parte del gobernador con un discurso que refleja el completo desconocimiento del problema de seguridad, que se hizo evidente con sus excusas, como el “no les voy a fallar”, que luego pasó por “la inseguridad está difícil”, continuó por “no se vale, no se vale”, siguió con “Graco nos dejó un nido de delincuentes” y remató con su tristemente célebre “a los criminales les digo váyanse a pelear al monte”. Y de parte de su Secretario Sanz, las frases fueron igual de desafortunadas: “el crimen quiere crear psicosis en redes sociales” (como si los más de tres asesinatos diarios fueran producto de nuestra imaginación), para continuar con “los ataques fueron directos, hirieron a personas pero ellas no eran el objetivo” (lo que nos convierte a los ciudadanos en simples daños colaterales, donde la encomienda a la divina providencia parece ser lo mejor para no resultar herido, o muerto, en alguna “ejecución directa”), para rematar con “no podemos poner un  policía detrás de cada ciudadano”, aunque el funcionario mencionado tenga, al menos 8 escoltas personales.

En efecto, los morelenses ya no sabemos si reír o llorar, lo primero porque mueve a risa la evidente escasa preparación, ya no digamos para gobernar, sino para siquiera, hilar algunas frases coherentes y creíbles. Lo segundo porque tenemos que reconocerlo, la mayoría elegimos a este gobierno aunque hoy, reneguemos de la fatal decisión… y todavía faltan ¡cinco años! Pero, diría el cantor, no todo está perdido…  En éste día 15 y el 16 de septiembre, previo el anuncio de un mega operativo con motivo de las fiestas patrias, esas mismas autoridades de las desatinadas declaraciones, nos aseguraron saldo blanco en éstos dos días, para que los morelenses pudiéramos disfrutar de los festejos patrios en paz, en familia y sin violencia en Morelos. Contra todo pronóstico, eso ocurrió. ¡Al fin una promesa que sí pudo cumplir nuestro gobernador!. Tuvimos dos días sin asesinatos en el estado.

Y surge la sentencia obligada: Si pueden dos días, pueden los 363 días que faltan para darnos a los morelenses un ambiente de paz. ¿A qué se debe que el día 17 hubo un ataque directo e indirecto a las personas que estaban en una clínica de Temixco y que hayan atentado contra la vida (en otro ataque directo) de un Ex Presidente Municipal? ¿Realmente el 15 y el 16 los criminales se fueron al monte a pelear y por eso no supimos de muertes de sus respectivos bandos? ¿Será que el crimen organizado también festeja a la patria y esos días descansaron? O realmente el Gobierno del Estado de Morelos si puede con el problema, pero por alguna razón, los otros 363 días del año, simplemente no quieren hacerlo. Desgraciadamente algo que también se puede concluir de las desafortunadas declaraciones de quienes nos gobiernan, es que su estrategia de combate al crimen trata, al parecer, de dejar a las bandas acabarse entre sí a balazos. A eso se ha reducido el papel de la Comisión Estatal de Seguridad y de la Fiscalía Morelos, a ser simples servicios forenses y funerarios, lo que resulta en el cuerpo más numeroso que la Cruz Verde haya tenido en toda su historia.

Los morelenses pudimos disfrutar en paz el 15 y el 16 de septiembre nuestros festejos. El gobierno cumplió. Será tan difícil que implementen el mismo operativo el resto del año. ¿Realmente es mucho pedir? A la luz de los acontecimientos todo parece indicar que si es posible, que bien vale la pena el esfuerzo de que la CES y el gobierno del estado, tomen todos los días del año como día de festejos patrios.

Un incentivo: estoy seguro que todos los morelenses estaríamos riendo, que no llorando, pero de felicidad al recuperar al fin nuestras calles, nuestra paz y dejar por fin la zozobra del miedo que causa, todos los días, la posibilidad de ser un daño colateral de algún ataque directo entre los sicarios del crimen organizado.

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