Por: Paco Santillán
Cuando llegué a la Secretaría del Trabajo traté de establecer comunicación directa e inmediata con todas las cámaras empresariales del estado. La verdad es que todos me recibieron de buena manera y, casi todos, me brindaron una serie de consejos que aún recuerdo con agradecimiento. Uno de los que tengo en mi memoria fue el que me brindó Juan Pablo Rivera, en ese momento dirigente del Consejo Coordinador Empresarial, cuando me dijo: “ya se terminaron las grandes obras y eso puede afectarte en los índices de empleo en el estado. Llegas en mal momento a la Secretaría, pero tu trabajo será insistir con el Gobernador para que esa inercia de construcción no pare y no se afecten los índices de ocupación laboral” (la verdad es que siempre tuve dudas del por qué se llamaba Secretaría del Trabajo a una dependencia que no tiene instrumentos de generación de empleo, salvo el mínimo margen que tiene el SNE, y no se le denominaba Secretaría de la Defensa de los Derechos Laborales, término más adecuado para describir sus funciones). En fin, tendríamos que ver como sacar adelante los temas.
Al final del sexenio, las cifras se mantuvieron en condiciones aceptables y los índices fueron estables a lo largo de los 6 años. Una de las satisfacciones será que la tasa de ocupación en Morelos siempre fue de las mejores en el país; aunque siempre tendremos como reto que nuestras cifras de informalidad en el empleo son muy altas. Conclusión: al no existir la generación necesaria de empleo formal, la ciudadanía se ocupa como puede para llevar alimento a sus familias. El gran reto, siempre se dijo, será generar mejor empleo.
El problema que enfrentamos los morelenses el día de hoy es que, según los últimos datos que arrojó el IMSS, Morelos perdió 4,200 empleos formales. Dirían en mi pueblo: ya éramos muchos y parió la abuela. Es una de las cifras más preocupantes y desalentadoras de la economía nacional. Nuestro estado no sólo no generó lo que requería para cubrir la demanda laboral ¡no! Dejó ir 4,200 empleos que cotizaban al Seguro Social y que se trataba de empleo con las prestaciones laborales que establece la ley. Es un dato que molesta y preocupa pues habla de grandes fallas, no sólo en la Secretaría de Economía y Trabajo (que hoy tiene facultades de generación de empleo y defensa laboral fusionadas), sino de todo el engranaje de la administración pública estatal que no logra fijar el rumbo hacia lo único que puede acabar con todos nuestros problemas: brindarle buen empleo a los morelenses.
¿Qué está fallando? Desde luego la Secretaría de Economía que no atina en establecer un solo programa de fomento y creación de empleo (los trabajos que realiza el SNE nunca serán suficientes pues carece del presupuesto adecuado). También, la electorera Secretaría de Obras Públicas, convertida en la Alcaldía más cara del estado. Su único proyecto es pavimentar calles (función de los Presidentes Municipales) con el pretexto de que eso genera desarrollo (claro que no… son obras de mantenimiento que los ciudadanos necesitamos de nuestros Alcaldes y queremos que el estado haga las obras que sí detonan crecimiento, no sólo tapar baches). Otra que no jala es la Secretaría de Turismo, donde, derivado de la vocación de servicio de nuestro Morelos podrían establecerse programas de fomento turístico y, como consecuencia, generar empleo; pero tampoco, los fideicomisos y las acciones que generaban proyección estatal están detenidos.
En fin, el tema, querido lector, es que no podemos esperar un estado seguro cuya economía decreció y donde se perdieron 4,200 empleos formales. Es imposible solucionar la seguridad en un estado que no genera condiciones para darle vida digna a sus ciudadanos… hoy, más que nunca retumban en los oídos de los morelenses aquella frase célebre que Clinton señaló en un debate presidencial: (dejemos de hablar de cualquier tema)… ¡es la economía, estúpido!