Por: Isaías Cano Morales.
Sin ser profundo analista y sin meterse a los vericuetos de la investigación, los hechos están a la vista dejando a la luz para quien quiera ocuparse de una ligera semblanza acerca de las formas de ejercer el mando de esta administración cuyo lema es la “Nueva Visión”.
Lo primero que sobresale en este gobierno es el fenómeno de la simulación. Veamos: cuando Morelos ha tenido gobiernos del PRI o del PAN, el ciudadano ya sabía a qué atenerse, pues tanto tricolores como albiazules se guiaban por su tendencia conservadora de gobernar sin presumir de progresistas, democráticos o preocupados por el bienestar de la población, simplemente ejercían el poder con los vicios conocidos del sistema: corrupción, simulación, opacidad, imposición, autoritarismo, represión, enriquecimientos y abusos a más no poder.
Luego entonces, ¿cuál es la diferencia entre aquellas administraciones y la actual? Tómese en cuenta, que quien encabeza el gobierno del estado, que lleva más de 4 años de gestión, surgió de un partido que se hace llamar de izquierda, progresista y democrático. ¿Algo de estos perfiles se han asomado o han sido ejes rectores de esta administración? ¿Se ha gobernado con ideología de izquierda, que se guía por servir y estar al lado de la gente, sin soberbia y con humildad?, ¿de practicar formas democráticas de ejercer el mando, con honestidad, transparencia, sin abusos, ni privilegios ni canonjías?
A la vista de los hechos no ha sido así, por el contrario, se ha abusado del autoritarismo, de las imposiciones, de conductas antidemocráticas de funcionarios; de no acatar ni hacer prevalecer el estado de derecho, siendo visible el control y sumisión de los poderes Legislativo y Judicial, a lo que disponga y ordene el Ejecutivo; la perversión de la justicia, la práctica del nepotismo, influyentismo, el sometimiento de medios informativos, hechos de corrupción y de impunidad ventilados han sido las constantes en la gestión del perredista Graco Ramírez.
Por esto y más, como sería el incumplimiento de promesas de campaña y el despilfarro y derrocha de recursos, la desatención a la población pobre y marginada, la que ha crecido en este gobierno, al que se le acusa de ser incapaz de detener la violencia y el crimen, por todo esto y algo más es que la administración Graquista ha perdido todo apoyo de la base social morelense, no siendo gratuitos los levantamientos de la población contra el gobernador, sus diputados y el cuestionado poder judicial, al que ha pervertido el mandatario con las últimas modificación a las leyes acomodadas por legisladores para prolongar funciones de magistrados.